A lo largo de nuestra vida, nuestro cuerpo nos acompaña en todas nuestras actividades. Mientras algunos han dedicado bastante tiempo y esfuerzo a tener un cuerpo tonificado y fuerte, otros optan por actividades que los llevan a tener un cuerpo con menos definición. Sin embargo, independientemente del tipo de «mantenimiento» que le damos, cambia con el tiempo y muchas veces nos sorprende con características que no esperábamos. En este artículo, vamos a ver cómo cambia nuestro cuerpo cuando cumplimos 40 y cómo podemos contribuir a mantenernos en buena forma y con buena salud.
La llegada a los 40 implica muchos cambios en el cuerpo de las mujeres. Veamos algunos de ellos.
Junto con estos cambios, vienen también otras prioridades y, probablemente, una manera diferente de percibirnos a nosotras mismas. Aunque nuestro cuerpo cambia, ahora nos sentimos más seguras y más confiadas y los pequeños «defectos» no nos importan tanto.
Esas patitas de gallo, las marcas alrededor de la boca, arrugas en la frente, surcos bajo los ojos… Surgen muchas marcas de expresión que antes se veían de manera más tenue o no existían del todo. Su aparición está relacionada con la genética, la agresión del ambiente (el sol, el viento, la contaminación), la gesticulación y el tipo de cuidado que le hemos dado a nuestra piel.
Nuestra piel se vuelve más flácida y tiende a caer. ¿Te preocupan tus mejillas o la tensión de tu abdomen? La disminución de colágeno, la disminución de la densidad ósea y de la masa muscular pueden tener efectos visibles en el cuerpo. ¿Cómo contrarrestar estos efectos? Es hora de comer muy sanamente y de hacer más ejercicio del que hacíamos antes.
Otro cambio que ocurre en nuestro cuerpo a los 40 es que nuestro metabolismo se ralentiza y esto tiene un efecto directo sobre nuestro peso. Tal vez subiste de peso en muy poco tiempo y ahora te cuesta mucho regresar a tu estado anterior. O tal vez estás en un continuo sube y baja de kilos.
Si antes podías pasar trabajando de madrugada y luego tener un día lleno de vitalidad, ahora te lo pensás más para levantarte y apreciás esas horitas de más que podés estar en la cama el fin de semana. El cuerpo te pide más sueño, pero ahora es probable que te levantés una o dos veces durante la noche y luego te sea difícil volver a conciliar el sueño.
Aunque las mujeres no sufrimos de calvicie en la misma proporción que los hombres, el cabello tiende a debilitarse y volverse un poquito más ralo. Las variaciones hormonales tienen un efecto directo en nuestro cabello e, inclusive, podemos estar considerando un nuevo corte que nos permita cambiar su apariencia.
Puede que estos cambios nos pongan nerviosas, pero definitivamente los compensamos con mayor sabiduría y ganas de disfrutar la vida sin tantas preocupaciones. Nuestros cuerpos están cambiando todo el tiempo y vendrán más transformaciones conforme pasa el tiempo. Sin embargo, el ejercicio, comer bien, hidratarnos y, sobre todo, amar nuestra vida al máximo es el secreto para ser eternamente bellas.